Los teléfonos móviles se han vuelto prácticamente una extensión de nuestras manos. Aunque estos dispositivos siguen siendo bastante recientes en lo que respecta a la historia de la humanidad, en la actualidad, prácticamente nadie en el mundo puede concebir una vida sin su teléfono.
Los teléfonos móviles modernos nos ayudan a mantenernos comunicados, nos entretienen, e incluso pueden ser nuestros instrumentos de trabajo, y aunque sí, definitivamente son muy útiles, ¿cuándo podemos hablar de una dependencia nociva hacia ellos?
En el 2010, la oficina de correos del Reino Unido acuñó el término NOMOFOBIA (versión abreviada de NO MObile Phone PHOBIA, o fobia a no tener más el móvil en inglés) durante un estudio sobre las ansiedades que sufrían los usuarios de teléfonos móviles. El estudio reveló datos interesantes (y preocupantes) como que el 53% de los participantes se sentía ansioso cuando perdían su teléfono, o éste se quedaba sin batería, crédito o señal. Y con el tiempo la situación ha empeorado.
De acuerdo con diversas encuestas, en el 2021:
- Una persona revisa su teléfono 150 veces al día en promedio
- El 66% de la población mundial muestra signos de nomofobia
- El 71% de las personas usualmente duerme con su teléfono o cerca de él
- El 20% de las personas preferiría pasar una semana sin zapatos que una semana sin teléfono
Aunque la nomofobia no está reconocida oficialmente como una enfermedad, cada vez hay más estudios respecto al impacto que nuestra dependencia hacia estos dispositivos afecta nuestra vida. Por ejemplo, un estudio del 2018 encontró una relación alarmante entre la adicción al teléfono y la depresión en adultos jóvenes. Incluso, una investigación reveló que los adolescentes que pasan más de 5 horas el día en el teléfono tienen un 71% más de riesgo de ser propensos al suicidio.
Otros estudios han revelado que el uso excesivo del móvil también tiene efectos negativos en nuestra calidad de sueño. Usuarios reportaron revisar su teléfono durante los primeros 5 minutos de despertarse o antes de quedarse dormidos, y el 40% de los usuarios admite ver el teléfono durante la madrugada.
Nuestros teléfonos literalmente modifican la química cerebral, y ahí podría estar la raíz de esta adicción. Estudios han demostrado que el uso extendido del dispositivo puede promover la secreción de dopamina -conocida como la hormona de la felicidad-, por lo que vernos privados de él puede provocar síntomas de abstinencia como los que experimentan los adictos a las sustancias.
Además de los efectos físicos, el abuso del teléfono móvil también ha cambiado la forma en la que socializamos. El 85% de los usuarios reportan usar su teléfono mientras conviven con familia y amigos; por otro lado, el 52% de los adolescentes ha reportado que puede pasar largos períodos de tiempo en silencio, mirando sus teléfonos mientras están con sus amigos y el 33% socializa con sus amigos más en línea que en la vida real. Si esos números no son lo suficientemente alarmantes, una investigación calculó que el usuario promedio pasará 5 años y 4 meses de su vida en redes sociales.
¿Cómo puedes saber si padeces nomofobia? Algunas de las señales son el uso excesivo del dispositivo, incluso mientras estás haciendo otras cosas como trabajar, manejar, viendo la televisión, o en situaciones sociales. Si sospechas que puedes padecer esta adicción y quieres empezar a poner manos a la obra, puedes comenzar con cambios pequeños como hacer tu recámara una zona libre de teléfonos, o dejarlo lejos cuando te sientes a la mesa. Otro tip es deshabilitar las notificaciones para limitar las tentaciones de revisar constantemente lo que está pasando en tu dispositivo.
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